
Sebiel no es solo un artista, es un susurro convertido en canción, una voz que nace cuando el corazón calla. Detrás de ese nombre se esconde un escritor poético y soñador, que ha decidido mantenerse en el anonimato no por timidez, sino por convicción: para él, lo importante no es quién es, sino lo que siente y transmite a través de sus letras.
Originario de Culiacán, Sinaloa, y criado en Phoenix, Arizona, Sebiel construye puentes entre dos mundos, entre dos culturas que le dieron identidad y sensibilidad artística. Su música nace de un deseo profundo: transformar el dolor en arte, la nostalgia en melodía y las palabras en refugio. En cada verso deja una parte de sí mismo, escribiendo sobre el amor que duele, la ausencia que pesa, la fe que se reconstruye y las segundas oportunidades que a veces llegan cuando menos se esperan.
Aunque su tierra lo conecta con el sabor de la banda y los corridos —géneros que también forman parte de su repertorio y esencia—, Sebiel decidió empezar su camino artístico con las baladas. Porque ahí, en ese silencio melódico, encuentra el espacio ideal para contar historias que tocan sin necesidad de alzar la voz. Su amor por las baladas nació gracias a su madre, Rosalba, mientras que su padre, Lucio, le heredó la pasión por los corridos. Ambos son pilares fundamentales en su vida, y su música es también un homenaje a ellos.
Sebiel no se limita por géneros. Disfruta del reguetón, el hip-hop y otros ritmos, y sueña con conectar con un público diverso que valore el poder de la palabra, sin importar el estilo. Cree firmemente que en gustos se rompen géneros, y por eso escribe con libertad, buscando siempre la conexión emocional antes que la etiqueta musical.
Su próxima canción, “Como una Ola en el Mar”, es el claro reflejo de su visión artística: una historia contada en dos versiones —balada y banda— porque el corazón, como él dice, habla en distintos lenguajes.
Sebiel sueña con seguir escribiendo desde el alma, y que algún día, una voz profesional lleve sus letras aún más lejos. Mientras tanto, sigue creando en silencio, soñando despierto y escuchando a quienes, como él, sienten profundamente y encuentran en la música un refugio.
Sebiel no necesita mostrar su rostro para dejar huella. Su voz —íntima, honesta y profundamente humana— habla por él.
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